domingo, 6 de julio de 2014

(G.C. Maldonado) FanFic - La Leyenda de Zelda: La Ocarina del Tiempo - Prologo (G.C. Maldonado)


La Leyenda de Zelda.
La Ocarina del Tiempo.
G.C. Maldonado
Prologo.

           
            En las profundidades del desconocido bosque Kokiri, un gran árbol de porte milenario se asentaba en una hondonada escondida. Su descomunal tamaño solo puede compararse con la de una pequeña y delgada montaña, alzando una sombra de varios metros que cubre más allá de su escondite foráneo. Su enorme tronco de un marrón oscuro, esta coloreado de verde gracias al musgo que crece hacia el norte. Sus ramas, aunque pesadas e inimaginablemente crecidas, se balancean sin un viento que le regales sus soplidos, cosa extraña, porque ninguna brisa pudiera mover aquellos titánicos brazos de madera. Sus hojas, grandes y gruesas, en forma de una gigantesca lágrima, se hallan exuberantemente verde oscuras. Como si fueran frutos de porte majestuoso, unos sacos de apariencia vegetal cuelgan de algunas de sus ramas. Es una cosecha muy especial, pero el Árbol Deku lamenta desde sus raíces que tal vez, no haya otra.
            Por muy debajo de sus raíces, las cuales surcan millas por debajo del subsuelo, algo corroe y se expande, haciéndose más grande y fuerte. Entra en aquellas venas arbóreas, sorbiendo la vida del milenario árbol. Siente como se abre paso entre sus desarmadas raíces. Siente que viaja entre su tallo, moviéndose por debajo de su corteza. Siente como llega hasta el mismo centro de su tronco. Siente que lo está matando.
            Un olor pestilente brota de sus hojas y ningún pájaro quiere posarse más en sus ramas.  Las flores de colores crepusculares que crecían bajo su sombra, se han vuelto reflejos distorsionados de sí mismas, donde un aura de vil decrepitud esparce sus raíces corrompidas por todo el bosque, y más allá. No puede impedir que alcance su preciada cosecha.
            Como es posible que, al ser un guardián de aquella tierra siempre verde, no haya podido ver aquella amenaza. La maldición comienza a devorarlo por dentro sin solución, sin poder detenerla, sin poder salvarse. ¿Qué le pasara a su cosecha? ¿Qué le pasara a sus retoños? ¿Qué les pasará a sus hijos? Pero no tarda mucho en darse a conocer el ruin resultado. Engendros repulsivos salen estallando de sus bolsas vegetales dando a conocer unos desgraciados bastardos, hechos a la imagen de un Árbol Deku y la fisionomía de las personas, aunque no son hombres, si no, niños. Su piel, es madera, sus piernas y brazos, ramas, pero sus ojos son el reflejo de la corrupción. Cuencas negras y pupilas rojas carentes de alma propia, si no, la voluntad macabra que las hizo transformarse.
            El Árbol Deku llora, sus hojas caen por el desconsuelo y la agonía de la maldición. Sus hijos e hijas que ya habían nacido pudieran correr con la misma suerte que aquellos desgraciados vástagos, pedirles ayuda sería su fin. Pero... hay alguien entre su gente que no lo es. Alguien diferente, podría descubrir el origen de su maldición y pararla, antes que lo domine, convirtiendo a todo el bosque en una monstruosidad.
            Con mucho esfuerzo, el Árbol Deku hace un llamado a sus amigas las Hadas. El mensaje sale entre la música del viento, como un susurro dicho con mucho cuidado. Surca el cielo, cuya claridad comienza a tornarse gris, surca las cornisas de los otros árboles que comienzan a marchitarse imperceptiblemente, surca la tierra que comienza a quedarse estéril y, en un conjunto de árboles donde aquel poder nefasto no ha llegado, esparce sus notas de auxilio.
            Las hadas acuden en tropel, como si el verde y marrón del bosque hubiera desaparecido, desteñido por un blanco perla incandescente. Las palabras son escuchadas varias veces, reconociendo al árbol milenario. Sus pensamientos acuden en visiones catastróficas si es que un guardián del bosque clama desesperadamente por ayuda. La ignominia embarga a toda la colonia, pero ninguna osa decir palabra alguna. Solo es cuando un salpullido blanco luminiscente se ve a lo lejos y  se sabe que es un Hada faltante. Su llegada de lo más lejano del bosque es percibida por todas sus demás hermanas y hermanos. Esta Hada tiene que contar muchas cosas...cosas horribles que comienzan a habitar en el bosque, pero al ver a todos sus congéneres juntos, raramente silenciosos y visiblemente petrificados de un miedo que nunca se había visto en un Hada, reclama respuestas. Tras ser atendida de sus demandas, esta misma agudiza los oídos para lograr desvelar los últimos ecos del mensaje del Árbol Deku. Sin pensarlo dos veces y sin dar palabras a la multitud de parpadeos fulgurantes de dudas, sale disparada respondiendo a la llamada.
            Recorriendo el mismo camino que la mágica estela del mensaje recorrió, el Hada se afana en aumentar su velocidad, chocando estrepitosamente varias veces con las ramas de los árboles enfermos. Al ver la hondonada, refulge de alegría. La copa del Árbol Deku parece estar intacta. Bajando y bajando, examina todo su alrededor con esmero, viendo si algún peligro asoma, pero todo parece estar en orden. Hasta llegar a escasos metros del suelo en que percibe el aura pútrida que exhuma la tierra. Examina las hierbas que asoman un extraño color púrpura cuando una sombra, más oscura que cualquier otra que haya visto, cubre su frente. A sus espaldas, algo la asecha, pero al voltear el terror la invade y se queda petrificada. Una boca extendida en toda su longitud se muestra ávida por atraparla entre dos hileras de puntiagudos dientes de madera. Sin saber qué hacer ante aquella visión de la más horrible pesadilla, el Hada espera su fin, pensando en la muerte ante aquellas fauces asesinas.
            Un crujido se escuchó, muy atronador, como cuando un árbol es despedazado por un rayo. Una rama, tan grande como el diámetro de un tronco, resonó en el aire como el látigo más grande del mundo. Acto seguido, la monstruosidad que amenazaba al Hada, quedo estampada contra el suelo exhumando líquidos purulentos y nauseabundos. La diminuta criatura luminiscente, no pudo más que taparse la nariz con sus diminutas manos para soportar el hedor. Miro al frente donde la rama volvía entre la tierra, y la majestuosidad del Guardián del Bosque la envolvió.
            -Navi, mi gran amiga-. Hablo el Árbol Deku. –Sabía que tú vendrías, pero encuentro desconsolador que seas la única.
            -Me temo que mis hermanas y hermanos quedaron congelados de terror ante tu llamado. Le respondió el Hada, un tanto indignada por la actitud de sus congéneres. -Es difícil de asimilar que un ser tan poderoso como tú, gran Árbol Deku, necesite ayuda, y menos de un ser tan pequeño como las Hadas.
            -No importa el tamaño de la criatura, si no, el espíritu. Tú Hada Navi, pareces ser la más valerosa entre las tuyas. Me lo has demostrado antes y me lo demuestras ahora, viniendo en mi socorro, tan rápida como el viento.
            -Eres muy amable Gran Árbol Deku, pero mis pericias pasadas han sido diminutas. Aclaró Navi, con fulgurando un tono colorado ante las enaltecidas palabras que El Guardián le profesaba.
            -Eres una criatura humilde Navi. Tus actos anteriores son grandes, que no te quepa la más mínima duda, pero lo que te voy a pedir de verdad empequeñece todas tus venturas pasadas. No solo te conviene a ti, si no, a otra persona a la cual tendrás que convencer. Dependiendo de su decisión, es posible que la fuerza que consume estas tierras, y a mí, pueda frenarse…
            -¿Qué es lo que pasa gran Árbol Deku? ¿Estás enfermo? ¿Han osado mancillar la pureza de tus ramas, tu tronco y tus raíces? ¿Tiene algo que ver con las cosas extrañas que están pasando en el bosque? Preguntó atropelladamente El Hada, interrumpiendo al  Guardián. Al darse cuenta de su osadía, tapo su boca con ambas manos y comenzó a disculparse rápidamente.
            -No te preocupes amiga. Dijo suavemente, al ver la preocupación de la pobre criatura. -Pero si. Todo está ligado, y me temo que abarca mucho mas hayá que solo estas tierras. Me he tratado de comunicar con los otros Guardianes, pero me temo que han sucumbido al mismo destino que me aguarda.
            Al escuchar eso, el corazón de Navi dio un vuelco. Las cosas eran mucho peores de lo que se imaginaba. En sus 200 años, no había habido catástrofe igual. Ni siquiera cuando las rebeliones de los Elfos devastaron una pequeña parte de ese bosque, buscando poderes mágicos ocultos para lograr ganar su guerra, usando conocimientos prohibidos.
            -Te has quedado sin habla vieja amiga. Pregunto El Árbol Deku, sacándola de sus vacilaciones.
            -Perdóname Gran Árbol Deku, pero tus noticias son nefastas.
            -Lo son de verdad, es cierto. Pero como te dije antes, hay una forma de solucionar esto y tú tienes una parte muy importante para lograrlo.
            -¿Que es lo que quieres que haga Gran Árbol Deku? Pregunto Navi sin vacilación.
            -¡Ha, fuerte Navi! Sabía que podía contar contigo. Ve amiga mía. Vuela hacia la aldea de los Kokiri y busca a mi elegido. Un ser inocente, al igual que la raza que creé, pero que no es de los míos. Único entre ellos que crece y se lamenta por ello. El único niño del bosque, cuya piel es de carne y no vegetal. Su nombre es Link.         
           


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